A las cinco de la tarde
- La Criatura
- 8 mar 2015
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A las cinco de la tarde, con sol y sombra en el tendido; el son del clarín sobresaltó mi paz y mi sosiego. Entre gritos de “Maestro” y “Torero” me lancé al ruedo como manda la tradición…sin temblar, sin mostrar un atisbo de miedo. Un segundo toque del dorado instrumento me avisa del momento funesto y me preparo para ver cara a cara a mi enemigo. Aparece en el portón y en sus ojos se vislumbra el instinto de un asesino. Avanzo lento, estudio su anatomía buscando los resortes de su bravura aún escondida en la calma y el bochorno de una tarde de lidia.
Acelera el paso y tienta mi mirada, percibo el olor a sudor de bestia mala; la que destripa el campo una tarde soleada. Enemigo peligroso; en sus andares veo muerte; la desea para mí, sin apenas conocerme.
Arranca en gritos la plaza, él se acerca a la carrera y embistiendo así mi espacio, siento el dolor que ya está cerca.
En los adornos y los oros que disfrazan la contienda brillan banderas de muerte y yo me lamento de verlas…triste siento el corazón ante animal tan inconsciente; dura será la batalla del rojo, el acero y las suertes.
Me asalta de repente una idea: Quedarme allí quieto, someterme…pero soy por tradición de casta firme y valiente. Reabro pues los ojos, miro con saña su vientre, esquivo su ridículo engaño y clavo en su pecho mi frente…de rojo se tiñe su mano….grita muy fuerte la gente…rebaño su cuerpo lamiendo….su sudor que ya sabe a muerte.
Suena el clarín en la plaza…miro al cielo contento…resoplo de orgullo y con tiento le arranco la oreja de un bocado…Es sin duda el mejor Torero que he matado.

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