Carta a mi mejor amiga
- Dolça Granolleras
- 19 mar 2015
- 5 Min. de lectura
-No te voy a engañar, todos te van hacer sufrir, solo debes encontrar esas personas por las que vale la pena sufrir.
Hay sensaciones, emociones, sentimientos, sueños, hechos, sucesos, momentos, personas, imágenes y retratos, que no se pueden describir con palabras. El habla, no es mi punto fuerte, nunca lo ha sido. Normalmente se suele decir que los escritores pueden escribir lo inexplicable; allá voy.
A lo mejor no soy madura, ni quiero serlo. Pero la verdad, nadie, salvo Dios, sabe lo que yo tengo dentro y lo que verdaderamente sé. Desgraciadamente por mi parte, puedo serlo, a lo mejor lo soy, si es así, me han hecho serlo los daños y no los años. Lo que sucede es que no quiero demostrarlo, ya que siempre he querido ser una niña, nunca crecer, y cuando deje de serlo me asusté, me asusté tanto, que me percate que ese cuento de hadas había terminado. Me entere de lo que me rodeaba, y lo que vi no me gusto. Los príncipes se convirtieron en ranas. Mis hadas madrinas en brujas acechadoras. Mi Peter Pan en un hombre. Todo giro. Dio la vuelta. Mi mundo terminó. No quería crecer. Porque cuando eres pequeño no te preocupas en nada, sólo importa algo tan bonito como los sueños, esos sueños que no quería perder. Y que aún tengo miedo que desaparezcan los pocos que han ido quedando. Todo desapareció, para convertirse en una realidad que no quería vivir, pero que al fin y al cabo acepté y conviví con ella. Sé que sucedió.
Por esa razón, rió cuando no hay que hacerlo, bromeo sin cesar, lloro cuando no es conveniente, me pongo celosa de algo que no es mío, y siempre mantengo la faceta de: “no importa, no pasa nada, ya me acostumbré.” Y me secó las lágrimas. Porque me cansé de llorar, me cansé del mundo. Me canse de mi infancia. Quise tener una de nueva por lo poco que duro. Porque se sabe que has crecido cuando te dejaron de doler tanto las heridas en las rodillas y te empezaron a doler las decepciones y las heridas en el corazón. Y es cuando prefieres el dolor en la rodilla. Pero te caes, te lastimas, y vuelves a levantarte. Y te das cuenta que no va a volver ese dolor en la rodilla, ese dolor que es mucho mejor que al que empezaste a sentir últimamente. Ese dolor que ya ni lo sientes, porque el otro dolor va aumentando cada vez más, con más intensidad. Si, lo admito, prefiero bromear, prefiero reír.
Aunque no quiera ni pueda. Prefiero tomarme la vida de forma inmaduro, porque la cierta al fin y al cabo no vale la pena. No vale la pena, hasta que le encuentres un sentido. Y cuando lo encuentras te das cuenta de que si que sirvió, sirvió de algo tener desgracias una detrás de otra, para saber enfrontar las que te vendrán más adelante. Te das cuenta que te es difícil dejar de bromear. Dejar de querer seguir aparentando tener dentro ese niño que nunca creció, pero lo cierto es que ya vino campanilla para llevárselo y no regresarlo nunca jamás. Nunca jamás es mucho tiempo, le dije, pero sonrió, asintió, y se fue. Y no volvió a aparecer. A no ser que sonría, y me ría a carcajadas. A no ser que este al lado de una persona que te hace sentir pequeña, una persona que de verdad aún cree seguir siendo un niño sin parar de bromear. Por esa razón esas bromas, esas bromas que pueden hacerte sentir que tienes esa imaginación, esa fantasía, ese sueño por cumplir. Aunque sepa que si crecí, aunque sepa, que sentirme como me sienta por dentro no va a desaparecer. Va a fluir en mí, hasta que ocurra.
Sé que con un perdón no basta, se que con mi boca no voy a arreglar nada, ya que es mi punto débil y quien tiene boca se equivoca, por eso he cometido muchos errores con ella. Sé que son hechos y no palabras, y sé que este don de escritura al menos sirve para describir cada instante, explicar como de verdad suceden las cosas. Y que no va a desaparecer, porque ya es mío, ya me lo otorgo, y sin él sí que estaría completamente perdida.
Entiendo las cosas, las comprendo. Sé cuál es el vocabulario, se el significado de cada palabra escrita y entonada, lo sé mejor que nadie. Pero las escribo, decirlas, me cuesta más, porque yo aparezco entre línea y línea, hay una parte de mí en cada palabra entonada harmónicamente, lee entre líneas. Por eso me duele, y lloró como una niña pequeña, cuando alguien pronuncia algo de mí que no es cierto, de lo contrario sonrió. Puede parecer extravagante pero es así. No vuelvas a decir que no me importas. No vuelvas a decir eso que no me agrada. Lo siento, no debería pedírtelo, no debería pedirte nada. Pero deseo que te cuides, deseo estar ahí en todo momento, deseo que tengas lo mejor, y cuando carezcas de algo pedírmelo, porque puedes comprobar que nunca te lo negaré. Deseo reír y llorar a tu lado, respaldarte, deseo vivir momentos inolvidables a tu lado, deseo abrazarte cuando lo necesites, deseo quererte, ayudarte, hacerte ver como son las cosas, demostrártelo. Pero no soy de esas que hablan sin saber. No soy de esas que no paran de repetir las cosas que deberían ser evidentes con hechos. Como esos te amo, esos me importas, esos te echo de menos. Si las digo es que no aguante más y explote para desmentir algo. Porque para ser precisos a mi no me lo enseñaron, no, aún no. Yo descubrí que las personas que lo repiten constantemente puedes basarte en la confianza. Pero si lo dicen muy repetidamente, puedes descubrir que desconfían. Las personas que lo dicen cuando es preciso puedes amarlas, ellas lo dan por hecho. Pero si lo dicen sin control, a cualquiera le dirán te quiero. Pero hay personas que les cuesta más, les cuesta arrancar de su boca esas palabras, lo dan por hecho, pero les gustaría poderlo demostrar con un abrazo o diciéndolo simplemente, pero es que a aquellas personas cuando le dieron amor les defraudaron, y aún así sabiendo el significado de la palabra amor, les cuesta, les cuesta saber quién será el adecuado, quien será quien volverá a decepcionarte, porque las personas que le quieren pocas veces se lo demostraron, ó las personas que creía que le querían raramente se lo demostraron. Pueden ser graciosos, bromear todo el tiempo, aceptar que crecieron pero aún no quieren crecer del todo, y reír mucho. Perdón, pero yo soy de esas personas.
PD: Te quiero.

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