Donde todo nace
- Sandra González
- 13 may 2015
- 2 Min. de lectura
Era una noche despejada donde los astros cubrían el firmamento, el viento se apreciaba en aquel balcón del hotel, al asomarme noté tus brazos rodeándome por detrás y susurrándome al oído me dijiste que me tumbase en la cama… yo te miré sonriendo, sin decir una palabra me senté a tu lado…sentía como te ruborizabas por segundos y tu corazón latía apresuradamente, me fui acercando a tu boca mientras tus ojos se cerraban cediendo a la pasión, te empecé a besar dulcemente recorriendo tus labios milímetro a milímetro… ya iba sintiendo como mi cuerpo tomaba el control, quería hacerte el amor como jamás nadie te lo había hecho.
El juego había empezado, me quitaste la camiseta bruscamente entretanto tu boca arrasaba por mis senos y mis manos te agarraban apretándolos contra ellos… fui desabrochando tu blusa, tus pezones comenzaban a endurecerse a medida que mis dedos iban destapando tu cuerpo...suave como el terciopelo, emprendí a bajarte el pantalón y esas braguitas de encaje color negro que hacían de ese momento el mas tentador, mi boca recorría tus piernas mientras estas se abrían como una flor en primavera llegando al cáliz que tanto ansiaba.
Comencé a pasar mi lengua por tu sexo, jugando con el…tu cadera se contraía y tus manos agarraban mi pelo dirigiendo mi cabeza hacia tu monte de Venus… seguidamente introduje mis dedos muy despacio apreciando la humedad que fue empapando mi mano; sumergiéndome en gotas saladas que se iban deslizando por el cuerpo, atrapada entre tus piernas continué con aquel movimiento penetrante mientras suspiros placenteros invadían la habitación, cara a cara los besos protagonizaban una escena tan íntima que los labios se estremecían ante tal acto… mi piel acariciaba la tuya intentando memorizar matices que no quería olvidar, no me importaba la diferencia de edad ni que estuvieses casada… solo el proporcionarte el mayor deleite que hubieses experimentado.
Finalmente te quise llevar al culmen de aquel gozo… Sentándote encima de mi comencé a acariciarte en tu sexo mientras me abrazabas como si no existiese un mañana, tus uñas se clavaban en mis brazos y tus movimientos iban de un lado al otro sucumbiendo al éxtasis…querías que terminásemos las dos juntas así que tu mano se dirigió hacia mi parte más oculta notando la excitación fulminante, tus dedos se hundían cada vez más y te susurraba entrecortadamente que no parases ni un segundo.
Llegando al momento súmmum nos abrazamos gimiendo fuertemente en mitad de una sensualidad apabullante donde el sudor de ambas se mezclaba con las sábanas; todo terminó aquella noche donde conseguí que te liberases… desde entonces no quisiste que otras manos te tomasen, dando lugar a un sinfín de encuentros clandestinos donde dos mujeres se enfrentaban a lo prohibido.

Comments